El Cubo de Siles, desde su construcción en la época medieval ha definido el paisaje y la realidad del municipio de Siles a lo largo de su evolución, dicho torreón es el emblema y uno de los iconos de esta Villa desde que se divisa en sus proximidades. Debemos tener en cuenta que no por el hecho de estar (cada vez más) oculta entre las viviendas de nuestro municipio merece menor atención, sino todo lo contrario, necesita mimo, altura de miras entre los ciudadanos y ciudadanas así como un fuerte compromiso por parte de las instituciones locales, autonómicas y estatales para restaurarlo y conservarlo al fin y al cabo para el disfrute de las generaciones venideras, es nuestro deber velar por el patrimonio.
Siles dependió de Segura de la Sierra hasta 1.397, cuando fue declarada Villa por el Maestre Lorenzo Suárez de Figueroa a raíz de que sus habitantes construyesen la cerca de la localidad.
El antiguo recinto de Siles, del que subsisten restos estimables algo disimulados entre construcciones parasitarias, tenía forma rectangular. No parece corresponder al que en 1.339 resistió el asedio de Yusuf I, puesto que, en 1.397, la ciudad acababa de cercarse a su costa de una cerca de argamasa de dos varas de ancho y diez varas de alto y de contorno 614 varas, lo que le valió su título de villa.
Posiblemente se trataba de una remodelación que aprovecharía los restos de la cerca anterior. En cualquier caso el trazado rectangular apunta a un origen almorávide o almohade quizá sobre una base califal que tendría su inspiración más remota en diseños heredados de la antigüedad greco-romana.
En el siglo XV Siles tenía una buena cerca y una fortaleza principal, por lo tanto, la construcción como mucho pudo realizarse entre mediados y el último tercio del siglo XIV.
Partiendo de la documentación, en 1.479 la cerca, según los Visitadores de la Orden de Santiago, debía tener al menos 3 torres: la de la puerta de la huerta, la del postigo (las dos mandaron cubrir de teja y de madera) y la de la puerta cerrada (que ordenaron igualar, pretilar y almenar). El mismo año se mandaron hacer garitas entre los lienzos de la muralla.
Posteriormente, según las Relaciones Topográficas de Felipe II, la cerca era de argamasa y tenía dos varas de anchura, 10 de altura y 614 de perímetro.
En el siglo XIX, según Pascual Madoz, conservaba aún sus almenas y tres puertas, denominadas de San Gregorio al Oeste, de la Magdalena, al Norte y la Señora al Este. Hoy en día se conservan restos visibles de dicha muralla entre construcciones que se le han ido adosando .
En líneas generales, El Cubo (torre del homenaje sin dudas) es una construcción casi cilíndrica (se estrecha un poco por arriba) de 27 metros de altura hecha de mampostería y mortero de cal. Su interior se divide en dos plantas, la baja cubierta con una media naranja y la superior con bóveda apuntada sobre nervios que descansan en canes, todo ello de sólida y tosca cantería.
Cuenta con una entrada al nivel del suelo que no es la original, como tampoco lo es la escalera (interior y exterior) que hoy lleva a la planta.
El aposento superior alcanza un diámetro de 8,50 metros, con un muro de 2,75 metros de espesor. La caja de una chimenea, muy alargada, recorre el muro desde abajo. De la planta segunda sale una escalera empotrada que conduce hasta una terraza de doce metros de diámetro. Sin embargo la escalera exterior que conduce hasta la segunda planta es enteramente moderna, aunque no lo parezca.
Por la documentación anteriormente citada, parece que se debía de acceder a esta torre a través del adarve de la muralla. Otra escalera, insertada en el muro, lleva desde el primer piso hasta la terraza superior. Eslava fecha esta torre en el siglo XIV.